Juan José Tamayo, Trotta, Madrid, 2012, 304 pp.
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No corren tiempos propicios para la utopía. Pero quizá sea esa su característica principal: la de tener que avanzar contra viento y marea. La situación de destierro en que viven hoy las personas y los proyectos utópicos es muy similar a la de los poetas en la República de Platón: son expulsados de la ciudad ideal porque no alcanzan la verdad.
Acaba de aparecer el nuevo libro de Juan José Tamayo que se propone intervenir en el actual debate en torno a dos concepciones de la razón, la utópica y la científico-técnica, con un doble objetivo: por una parte, rehabilitar y activar la utopía con sentido crítico y dialéctico en medio de la oscuridad del presente; por otra, ponerla al servicio de la emancipación humana y de la liberación de los pueblos.
Para ello estudia pormenorizadamente algunos de los hitos más importantes de la historia de la utopía, de las contrautopías y de las distopías. Empieza con los principales cultivadores del género utópico en Grecia: los escritores Homero y Hesíodo, los urbanistas Hipódamo de Mileto y Faleas de Calcedonia y el filósofo Platón, considerado el padre de la utopía. No se olvida de sus críticos más madrugadores y agudos: Aristófanes y Aristóteles. Continúa en la Edad Media con el análisis de la utopía del milenarismo, de la Ciudad de Dios de Agustín de Hipona y de las Tres Edades de Joaquín de Fiore, que ejerció una extraordinaria influencia en la posterior filosofía de la historia y en los movimientos revolucionarios modernos.
Presta especial atención a las creaciones utópicas de Tomás Moro, Tomasso Campanella y Francis Bacon, las más emblemáticas en el género literario y analiza en profundidad los problemas que plantean, sobre todo a la hora de compaginar la comunidad de vida con el respeto a la individualidad.
Profundiza en algunas de las utopías revolucionarias de la Modernidad: el socialismo utópico, el marxismo y el anarquismo. En esta historia se incorpora, quizá por primera vez, a la utopía feminista, que reconstruye en sus momentos estelares desde la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791), de Olympia de Gouges hasta El segundo sexo (1948), de Simone de Beauvoir, pasando por Vindicación de los Derechos de la Mujer (1792), de Mary Wollstonecraft, la Declaración de Sentimientos (1848), de Seneca Falls, y la utopía feminista socialista.
El recurrido histórico se completa con las distopías del siglo XX y con la más reciente utopía alterglobalizadora de los Foros Sociales Mundiales concretada en la crítica a la dictadura de los mercados y en la propuesta de “otro mundo posible”, donde convergen tendencias políticas, corrientes intelectuales y movimientos emancipatorios de distinto signo. Es, junto con la utopía feminista, sin duda, una de las aportaciones más significativas de la obra.
La historia constituye la base para la posterior reflexión filosófica y teológica sobre la utopía. Uno de los capítulos centrales del libro está dedicado a recuperar el verdadero sentido y significado del término utopía, a partir de las reflexiones de los pensadores del siglo XX que han reflexionado sobre el tema desde diferentes enfoques, tanto los que han elaborado una filosofía de la esperanza, como Bloch, Marcel, Ricoeur, Kolakowski, Laín Entralgo, entre otros, y una sociología de la utopía como el clásico y madrugador Karl Mannheim, cuanto los que han desarrollado una filosofía de la utopía negativa, como algunos autores de la Escuela de Frankfurt.
Como teólogo de la liberación y especialista en los estudios bíblicos, Tamayo dedica un extenso capítulo, sin duda muy logrado dada su especialidad en el tema, al estudio de la Biblia como enciclopedia de utopías y contra-utopías, esperanzas y desesperanzas, promesas e incumplimientos en la Biblia, que tiene la mirada puesta en la tierra prometida, bajo la inspiración de los teólogos de la esperanza. Le sirven de guía el teólogo Jürgen Moltmann, el sociólogo Max Weber y el filósofo Hermann Cohen, quienes destacan la originalidad del pensamiento hebreo al colocar el desarrollo de la humanidad en el futuro, mientras que los demás pueblos lo remiten a un pasado dorado.
Es este un capítulo que tiene la impronta de la antropología bíblica de la esperanza, de la idea de mesianismo y de la concepción de la existencia como historia.
Tamayo no desconoce algunas de las principales críticas la utopía, como las de Popper, Hayek, Günther, Ciran, Himkelammert, etc., sino que las tiene muy en cuenta y las expone con objetividad y respeto intelectual. Pero el libro no se queda en la crítica. Ni el tema ni la orientación del mismo justificarían dicho final, que sería muy amargo. Tras las críticas, viene un capítulo, el último, dedicado a la rehabilitación de la utopía, pero no apologética e ingenuamente, sino con sentido crítico: una utopía no mitificada, descolonizadora, con intencionalidad ética, en un horizonte laico y desde la pluralidad de tradiciones emancipatorias.
Con este libro Tamayo completa con brillantez y rigor histórico, filosófico y teológico, su trilogía sobre la utopía, cuyas dos entregas anteriores son: Religión, razón y esperanza. El pensamiento de Ernst Bloch (1992), su tesis doctoral en filosofía bajo la dirección del profesor Carlos Parías, y Para comprender la escatología cristiana (32008), uno de los mejores estudios de la esperanza cristiana en diálogo con las utopías históricas.
¿Utopía en tiempos de crisis? Es la pregunta que guía toda la obra. Las utopías tienen su temporalidad, afirma Ernst Bloch. Es precisamente en tiempos de crisis cuando los oprimidos expresan su descontento e indignación, radicalizan su sentido crítico y formulan utopías movilizadoras de las energías emancipatorias de la humanidad, que son desarrolladas en sus diferentes géneros literarios: filosófico, narrativo, poético, ético, ficción, ect.. Por eso este libro es una invitación a cultivar la utopía, a seguir escribiendo nuevos relatos utópicos y a pensar la realidad más allá los límites de lo posible, como sugiere Walt Whitman: “Antes del alba, subí a las colinas, miré los cielos apretados de luminarias y le dije a mi espíritu: cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos? Y mi espíritu dijo: No, ganaremos esas alturas para seguir adelante”.
Otros títulos del autor en Trotta
- Islam. Cultura, religión y política
- Fundamentalismos y diálogo entre religiones
- Nuevo paradigma teológico
- Iglesia y sociedad en España
- Editor Nuevo diccionario de teología